La ópera prima del ucraniano Vadim Perelman, Casa de arena y niebla, fue uno de los dramas más intensos y desgarradores que he visto en mi vida. Por eso, su siguiente película, La vida ante sus ojos, basada también en un best-seller, era esperada con bastante interés, al menos por mí.
La cinta intercala momentos de la vida adolescente y la adulta de una chica, Diana, que sobrevivió a un trágico tiroteo que se produjo en su instituto, un caso similar al que ocurrió hace años en Columbine. En el 15 aniversario del fatídico suceso, la Diana adulta rememora sus días de estudiante antes de aquel terrible día en el que perdió a su mejor amiga, sufriendo la culpabilidad de no haber podido hacer nada para impedirlo.
La vida ante sus ojos destaca sobremanera en los apartados de fotografía e interpretación. Por un lado, cada fotograma de la película está cuidado al milímetro: el encuadre, la iluminación, el color, la composición de la imagen… Todo está perfectamente calculado, y aunque eso a veces repercute negativamente porque puede ofrecer una sensación de impostura aquí supone todo un placer para la vista.
Y hablando de placeres, aunque cueste creer que Evan Rachel Wood y Uma Thurman puedan ser la misma persona, ambas realizan un trabajo excelente, exteriorizando las emociones de su personaje con gestos y miradas que lo dicen todo y más, al igual que pasaba con Jennifer Connelly en Casa de arena y niebla. En este aspecto, Perelman empieza a erigirse como un hábil artífice de la aflicción femenina.
Lamentablemente, La vida ante sus ojos tiene un gran pero, y reside en el emplazamiento de su historia: demasiados y, en algunos casos, innecesarios saltos en el tiempo; la trama avanza a trompicones, se queda estancada en reiteradas conversaciones sobre lo mismo; los flashbacks se repiten demasiado, quizás para ocupar los huecos vacíos que va dejando el guión tras de sí.
Pero lo peor llega en un desenlace, que aunque invite a realizar un segundo visionado más exhaustivo de la cinta, sorprende y defrauda a partes iguales al dar un golpe de efecto facilón que te deja con cara de tonto. Pensándolo en frío hasta tiene sentido, pero sigo pensando que se ha optado por la resolución más tramposa y efectista posible.
En suma, este segundo trabajo de Perelman supone una pequeña decepción, del cual no sé que esperar de ahora en adelante tras haber visto en Imdb que su próximo movimiento será el remake de Poltergeist. Para echarse a temblar.
**1/2
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