Dir.: Agnès Varda, JR
¿De qué va?: La cineasta Àgnes Varda y el fotógrafo JR recorren las calles de Francia en la furgoneta en la que trabaja el segundo, embarcándose en una aventura en la que captan rostros y lugares que son plasmados en intervenciones gráficas realizadas en edificios, calles y tejados de los lugares que visitan.
Reseña: Ella es una directora de 89 años considerada la abuela de la Nouvelle Vague, con una respetada filmografía a sus espaldas. Él, un artista callejero y fotógrafo de 35 años que toma instantáneas en blanco y negro para luego ser ampliadas y pegadas en grandes muros de las ciudades. De ambos surge una colaboración y una curiosa amistad que da lugar a Caras y lugares (Visages villages) un documental que recoge el viaje por las carreteras de Francia que realizó la pareja, recalando en diferentes lugares donde la interacción con el entorno y con las personas que allí habitaban les sirvió de inspiración para extender la obra de JR fuera de las grandes urbes.
No es necesario que la película avance mucho para percatarse de la profunda emoción que hay contenida en ella; una de las primeras personas que conoce la pareja en su viaje es la última habitante de un barrio obrero que va a ser demolido; su historia y su reacción al descubrir la forma en la que la han retratado Varda y JR son puro sentimiento, sencillo, cristalino y humilde. Todos los encuentros y microrelatos de los que se compone la película están compuestos de retazos de costumbrismo, realidad social, humor, arte y optimismo, siendo la amistad entre Varda y JR tan entrañable, única y auténtica que nos sentimos unos privilegiados por poder acompañarles en su viaje y ser testigos de los frutos artísticos de su colaboración. En cierta manera, y tal como creían los indígenas, su cámara fotográfica roba las almas de aquellos a los que retrata, pero para rendirles tributo y plasmar su esencia e impacto en el hábitat que les rodea.
Pero no todas las obras de arte están hechas para perdurar, pues algunas de ellas son efímeras, y no por ello desmerecen el esfuerzo de haberlas realizado. El documental está impregnado de la mirada melancólica de Varda en la última etapa de su vida, y trae consigo algunas reflexiones amargas sobre la pérdida y el implacable transcurrir del tiempo, como la que sale a colación de la vieja amistad que tiene la cineasta con Jean-Luc Godard. Por todo ello, Caras y lugares es una de las experiencias fílmicas más gratificantes del año, de humanismo insondable y alimento vigorizante para el espíritu. Una honesta celebración de la vida, la amistad, el arte, las zonas rurales y de su gente, tan genuina y cautivadora como los murales creados a lo largo este inolvidable viaje por carretera.
9/10
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