Dir.: Brian Klugman, Lee Sternthal
Int.: Bradley Cooper, Jeremy Irons, Dennis Quaid, Zoe Saldana, Olivia Wilde, Ben Barnes, Nora Arnezeder
¿De qué va?: El joven escritor Rory Jansen finalmente consigue el tan buscado éxito al publicar la que será considerada la nueva gran novela americana. Sólo hay un problema, no la ha escrito él. Mientras el pasado regresa para perseguirle y su estrella literaria sigue creciendo, Jansen se ve forzado a enfrentarse al alto precio que debe pagar por robar el trabajo de otro hombre y haberse dejado llevar por la ambición.
Reseña: Libros con vocación de película hay muchos, pero películas que beben de las fuentes literarias sin ser una adaptación no tantos. ¿Para qué parecerse a una forma de ocio tan denostada por un gran público que en muchos casos prefiere esperar a la película antes que leer el libro en el que se basa? Pues El ladrón de palabras (mejor su título original, The Words) parece un libro contado en imágenes, y no sólo por su omnipresente voz en off, sino porque la historia y su propia estructura narrativa están hermanadas con los novelas de escritores contemporáneos como Paul Auster.
A través de tres líneas temporales enlazadas por los relatos que cuentan unos personajes a otros, la película va tocando temas interesantes que invitan a la reflexión, como la toma de conciencia de la mediocridad de uno mismo, cómo vivir tras haber cometido un terrible error o si una relación amorosa puede perdurar tras producirse un trágico suceso. La lástima es que la historia va por derroteros muy comunes y previsibles, no aprovecha los límites difusos entre realidad y ficción a los que alude y a la ausencia de sorpresas hay que sumarle una carencia de emoción y profundidad en los conflictos dramáticos que sufren los personajes, tan sólo atisbados en ciertas escenas puntuales.
El reparto al menos cumple su función como vehículo de la historia, encabezado por un Bradley Cooper muy correcto, al igual que Zoe Saldana, Jeremy Irons y Ben Barnes. Por su parte, Olivia Wilde ejerce su particular y seductor magnetismo en un pequeño y poco trascendental papel, mientras que Dennis Quaid resulta la nota discordante del eficiente reparto, no tanto por dotes interpretativas sino porque algo se habrá hecho en la cara que provoca que no podamos aguantar un primer plano suyo sin preguntarnos por qué tantas estrellas de Hollywood no saben envejecer con dignidad… o gastar el dinero en un mejor cirujano plástico.
El ladrón de palabras, debut en la dirección de los guionistas de TRON: Legacy, complacerá a los espectadores menos exigentes, pues no reúne suficientes ingredientes como para considerarse un filme notable ni está realizada de forma tan torpe como para calificarla de bodrio. Es de esas películas que mi madre definiría como ‘bonitas’ pero de la que se habría olvidado al par de días. Al menos cuenta con un reparto atractivo (salvo por Quaid), una buena factura, una historia que se deja ver con facilidad y que toca palos sugerentes y una banda sonora compuesta por Marcelo Zarvos de la que se abusa demasiado pero que resulta algo más que simplemente funcional. Menos da una piedra o un libro de Dan Brown.
6/10
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