Adam tiene el síndrome de Asperger, un trastorno mental también conocido como ‘Autismo de alto rendimiento’. Cuando fallece su padre, Adam se encuentra solo en un mundo que no acaba de comprender, hasta que conoce a Beth, su nueva vecina, quien siente una mezcla de curiosidad y de cariño por su excéntrico e insólito nuevo amigo.
Daniel tiene síndrome de Down, pero eso no le ha impedido sacarse un título universitario con esfuerzo y dedicación. El día en el que comienza a trabajar en la administración pública conoce a Laura, con la que conecta de inmediato hasta tal punto que acaba enamorándose de ella, pero lamentablemente hay barreras que parecen imposibles de quebrantar…
Creo que a los directores de Yo, también, Álvaro Pastor y Antonio Naharro les gustaría Adam, de la misma forma en la que el realizar de aquella, Max Weber, disfrutaría de la película de los españoles, pues ambas tienen varias cosas en común más allá de ser óperas primas: las dos tienen como protagonista a un hombre que tiene un síndrome que le condiciona su modo de vida, cada uno en su particular medida, y que conecta con una mujer solitaria a la que se le puede considerar normal, pero que arrastra graves problemas familiares y carencias sentimentales.
Pero ahí no acaban las similitudes, pues ambas películas gozan de parejas protagonistas que rezuman talento y química por los cuatro costados. Hugh Dancy y Rose Byrne están perfectos como Adam y Beth, sobretodo Dancy, quien realiza una interpretación entrañable sin rozar nunca la sobreactuación, y al que injustamente se le ha pasado por alto en la pasada temporada de premios. Mejor suerte tuvieron Lola Dueñas y Pablo Pineda, pues los dos fueron reconocidos en el pasado festival de San Sebastián y ella además se llevó un Goya por su trabajo.
La historia de amor de Adam y Beth no pasará a los anales, pero supone un pequeño soplo de aire fresco dentro del género de la comedia romántica americana, pues al igual que su hermana mayor (500) días juntos ha optado por explorar territorios más realistas e incluso incómodos dentro del universo de las relaciones amorosas, a riesgo de que por el camino pierda espectadores que busquen una y otra vez el ‘happy ending’ del que tanto se abusa en este género en particular.
En el caso de Yo, también, la película luce un gran sentido del humor respecto a un tema que hasta ahora parecía intocable. Mucho tendrá que ver la complicidad de Pablo Pineda, pues derrocha un gran sentido del humor gracias a unos diálogos sorprendentemente ingeniosos.
Tanto en Adam como en Yo, también la credibilidad y naturalidad de sus actores, entregados a historias sencillas a la par de emotivas, hacen que las dos sean dignas de una divertida sesión doble que aúne entretenimiento con reflexión, pues ambas vienen a demostrar que la diferencia entre lo normal y lo que no lo es no es tan evidente como podría parecer.
Adam: 8/10
Yo también: 7/10
1 comentario:
Vi Adam y me gusto mucho. No he tenido todavia oportunidad de ver "Yo tambien", espero verla pronto.
Por cierto tienes una invitación en mi blog para un juego/meme de películas.
Un saludo
Publicar un comentario