Brad Anderson es un director al que le gusta indagar en personajes con una cara oculta, torturados por la culpabilidad y con terribles secretos que intentan ocultar incluso de sí mismos. Ya lo hizo en sus anteriores trabajos, las inquietantes Session 9 y El maquinista, y ahora con Transsiberian vuelve a adentrarse en el terreno del suspense psicológico.
El martirio ha pasado de las huesudas manos de Christian Bale en El maquinista a las de Emily Mortimer, una actriz no muy guapa pero tampoco fea, no muy popular pero tampoco desconocida (fue la ingenua esposa de Jonathan Rhys Meyers en Match Point) pero siempre realiza un trabajo irreprochable. Ella es el motor del Transiberiano, su angustia y miedo transmite y se hace palpable.
El peligro que puedes pasar viendo Transsiberian es crearte unas expectativas que luego no van a ser cumplidas. La premisa argumental y los personajes están bien presentados y la fotografía ayuda a crear un adecuado ambiente de inquietud, pero el desarrollo de la historia es más simple de lo esperado, carente de sorpresas y salvo algún momento logrado (lo que le pasa a la protagonista cuando va en busca del azúcar por ejemplo) la tensión no llega a tener el clímax apropiado. A pesar de sus deficiencias, no hay motivo por el que perder de vista a Brad Anderson, un director de sugestivas inquietudes.
**1/2
1 comentario:
Algo de eso había leído por ahí. Yo sólo vi de este director El maquinista que me parece lo mejor que vi de Bale por ahora.
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