No es país para viejos fue la película triunfadora de la pasada entrega de los Oscar, consiguiendo 4 de los 8 a los que optaba: mejor película, director, guión adaptado y actor secundario. ¿Se merecía tal reconocimiento? En mi opinión, no.
Los hermanos Ethan y Joel Coen realizan una intachable labor como directores. A nivel técnico la película es una delicia, tanto la fotografía como el sonido y los movimientos de cámara son notables. Algunas secuencias parecen sacadas del cine mudo por la ausencia de diálogos, la brutalidad de los personajes habla por sí sola.
Sin embargo, la historia no me engancha. Es la clásica historia del ratón y el gato pero al estilo Coen. Un psicópata persigue a un tío por una gran cantidad de dinero robada. Y ya está. No me acabo de creer al personaje de Tommy Lee Jones, y no porque lo haga mal, sino porque me parece que su única función es la de indignarse por cómo está el mundo y hacer reflexiones que están de más.
Lo mejor de la película es sin duda Javier Bardem, un actor que no siempre es de mi agrado pero que aquí compone a uno de los villanos más emblemáticos de los últimos tiempos. Reconozco que el resto está muy bien pero no me llega.
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