Dir.: Henry Joost, Ariel Schulman
Int.: Jamie Foxx, Joseph Gordon-Levitt, Dominique Fishback, Rodrigo Santoro, Amy Landecker, Courtney B. Vance, Kyanna Simpson, Machine Gun Kelly, Tait Fletcher
¿De qué va?: Cuando una pastilla que da a quienes la toman superpoderes impredecibles durante 5 minutos se propaga por las calles de Nueva Orleans, una traficante adolescente y un policía local deben aliarse con un ex-soldado para acabar con la organización responsable de su creación.
Reseña: En Canarias, llamamos comúnmente “winstroles” a los individuos hiperciclados que echan mano tanto del gimnasio como de los esteroides para sacar músculos de infarto. Esto es importante para entender por qué la primera palabra que me viene a la mente a la hora de definir Proyecto Power es “winstrolada”. Y es que es una película a la que la han dopado hasta las cejas de cosas “guays” sin control ni rigor alguno, por lo que, al igual que sucede con algunos de los personajes de la historia cuando toman la pastilla de marras, se convierte en una abominación que implosiona a los pocos segundos por carecer de estabilidad alguna.
Proyecto Power parte de un “high concept” muy interesante: una pastilla que da a su consumidor superpoderes que solo duran 5 minutos. Lamentablemente, el guion pasa muy por encima de todas sus implicaciones, como la urgencia del límite de tiempo o la supuesta aleatoriedad de los poderes ganados, y solo lo aplica para dar lustre a secuencias de acción con efectos visuales un tanto cutres. La pastilla queda casi reducida al “Macguffin” de la enésima historia en la que un hombre debe rescatar a alguien de las garras de una poderosa y maléfica organización. Y ya está. La película, que parece esforzarse en lucir lo más fea posible, va dando bandazos a través de un montaje atropellado que no da respiro para que no podamos plantearnos la lógica de lo que está sucediendo en pantalla, por lo que resulta entretenida pero sin enganchar demasiado; una experiencia de visionado similar a la anterior película de Henry Joost y Ariel Schulman, Nerve (2016), igual de pueril que esta aunque no lo pretenda.
El reparto hace lo que puede con unos diálogos llenos de clichés y forzados para que suenen “molones”, de ahí que pongan a Dominique Fishback a rapear más veces de las necesarias. Jamie Foxx está en su salsa, y aunque no sepamos muy bien qué pinta ahí Joseph Gordon-Levitt, su presencia se agradece y es lo mejor de una película que parece seguir el “modus operandi” de Netflix con sus obras originales: cinco minutos de gloria y pirotecnia que se consumen y olvidan igual de rápido. La vida natural de Proyecto Power es tan reducida como la pastilla que otorga superpoderes y, a diferencia de otras propuestas de acción de la plataformas, las mucho más resultonas Tyler Rake y La vieja guardia, en este caso no nos quedamos con ganas ni curiosidad de volver a por una segunda ronda.
4/10
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