¿De qué va?: Durante la Nochebuena de 1945, abrumado por la desaparición de una gran suma de dinero, George Bailey, banquero de la pequeña localidad de Bedford Falls, toma la decisión de suicidarse. Mientras tanto, un viejo ángel que aún no ha conseguido sus alas, Clerence, da un repaso a su vida y le hace recapacitar sobre el verdadero sentido de la vida.
Reputación: Fábula convertida en clásico navideño gracias a las múltiples reposiciones que se emiten de ella durante estas fiestas. La película reúne las señas de identidad más características del cine de Frank Capra: narración clásica para una historia con un trasfondo dramático pero cargada de optimismo y buenos sentimientos. James Stewart interpreta al hombre de buen corazón al que la oscuridad lo acecha de cerca en esta tercera colaboración con Capra tras Vive como quieras y Caballero sin espada. La película, a pesar de pasar desapercibida hasta que se convirtió en un éxito de los pases televisivos, consiguió cinco nominaciones a los Oscar: película, director, actor protagonista, montaje y sonido.
Comentario: Con Qué bello es vivir me pasa lo mismo que con El graduado: aunque sea la primera vez que la vea me sé la historia al dedillo por la cantidad de referencias y homenajes que se ha hecho de ella en la cultura popular. El caso del filme de Capra es más sangrante, pues no son pocas las sitcom, series infantiles o incluso largometrajes (la reciente Shrek, felices para siempre) que copian el esquema de “qué pasaría si yo no hubiera existido” para rellenar una trama. Lo que es la película, pues muy bien, pero me agota la estirada incredulidad del protagonista cuando experimenta el “mundo paralelo” y tanto azúcar glas en el desenlace me repite, pero no seré yo quien le reste valor a una película llena de espíritu navideño y tradicionales valores familiares, eso sí, rodada con un gusto exquisito; como suele decirse, lo cortés no quita lo valiente.
Próximo visionado: Al final de la escapada (1960)
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