Camino hacia la luz

Aunque finalmente no fue seleccionada para representar a España en los Oscar, Camino fue la gran vencedora de los Goya consiguiendo seis de los siete galardones a los que optaba incluyendo el de mejor película y anteponiéndose a Los girasoles ciegos, película que pude ver hace poco y me pareció que le faltaban varios kilos de sal de lo sosa que es. En cualquier caso, Camino consiguió que los votantes se olvidaran de la polémica que rodeó su estreno y la eligieran como la mejor película española del 2008, y es muy probable que así sea, aunque no sea algo muy difícil viendo el nivel del año pasado.

Javier Fesser se ha basado en la historia de Alexia González Barros, y en menor medida en la de otros niños que pasaron por una tragedia similar, y crea una crónica sobre la muerte y la celebración de la vida de una niña a la que su infancia e inocencia se le fueron arrebatados. Aun así, el mensaje que perdura al finalizar la película es la crítica feroz al Opus Dei; aterroriza el ver que un grupo de devotos religiosos puede interpretar como un regalo divino el sufrimiento de una niña, y del mismo modo aceptar el dolor físico y emocional como una prueba de afecto a Dios. La madre de Camino, interpretada por Carmen Elías (merecido Goya a mejor actriz) es el el perfecto ejemplo de cómo las personas pueden ser manipuladas para hacer cosas horribles por su inquebrantable fe.

Para suavizar la dureza del tema de la enfermedad de Camino, Fesser ha optado por dar rienda suelta a la imaginación de la niña, dándole ese toque de cuento de hadas al film, aunque no consiga ni mucho menos restarle dramatismo al conjunto. La debutante Nerea Camacho interpretando a la protagonista pone los pelos de punta, al igual que el fatídico desenlace, que a pesar de estar recargado de desgracias conmueve y te encoge el corazón. Cine para pensar y emocionarse al mismo tiempo.

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