Aunque no lo parezca, Isabel Coixet es una directora de extremos. Con Mi vida sin mí consiguió estremecernos al completo pero con La vida secreta de las palabras se pasó con un tono dramático demasiado impostado, con el evidente fin de que se nos escapara una lagrimita o dos. En su primer trabajo con el apoyo de un gran estudio de Hollywood no ocurre ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario.
Elegy está basada en la novela El animal moribundo de Philip Roth, escritor del que ya se ha adaptado al cine otra de sus novelas célebres, La mancha humana, con Anthony Hopkins y Nicole Kidman, y que al igual que ésta nos cuenta la incestuosa relación entre un profesor universitario y una mujer mucho más joven que él. Las dos pecan un poco de lo mismo, aunque sale peor parada la cinta de Coixet. Elegy es fría como un témpano de hielo. En ningún momento conectamos con sus torturados personajes, por lo que poco nos importan sus motivaciones o lo que les pase.
Coixet realiza una dirección sobria y ha querido disminuir el alto contenido erótico del original, pero lo que consigue es que las breves escenas sexuales resulten robóticas y acaben sepultadas ante un romanticismo impuesto. Ben Kingsley y Penélope Cruz forman una pareja más solvente de lo que podría parecer, pero al igual que el conjunto adolecen de pasión. Y por muy duro que sea el drama que presenciamos, con tan poca chicha uno ni siente ni padece.
**1/2
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