25/4/16

Prematuramente separados

Poster Togetherness

Creador: Mark Duplass, Jay Duplass, Steve Zissis
Int.: Mark Duplass, Melanie Lynskey, Amanda Peet, Steve Zissis
Emisión: 2015 – 2016, HBO
2 temporadas

Tengo una vieja amiga (a la que le mando un besito) que una vez me dijo que ella empezaba las series cuando ya estaban terminadas. Así se aseguraba de que tenían un final cerrado, porque le cabreaba mucho cuando las cancelaban y la dejaban a medias. A mí me recordó lejanamente a esa actitud que tienen algunos de “no quiero una mascota porque lo voy a pasar muy mal cuando se muera”. Vamos, que la tristeza o, en el caso de las series, el coitus interruptus, es inevitable, lo que importa es el aprendizaje y la diversión que se experimenta durante el visionado… O al menos eso quería creer hasta el último caso de cancelación repentina que me ha tocado vivir: Togetherness.

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HBO nunca cancela una serie en su primera temporada. Si no están contentos con los índices de audiencia o la repercusión que suscita, le dan una segunda temporada antes de confirmar el fracaso, pero si la cosa no remonta la cancelación es inevitable. Ocurrió el año pasado con Looking, pero su relativa fama propició un desenlace en forma de tv-movie que debe emitirse en algún momento de este año. Dudo que vaya a pasar lo mismo con Togetherness, que ha pasado más desapercibida aún, y sus creadores, los hermanos Mark y Jay Duplass, ya tienen un contrato con Netflix para producir una serie de largometrajes que se estrenarán en dicha plataforma.  Ellos, ya enfrascados en la preparación de la tercera temporada, fueron los primeros sorprendidos ante la cancelación, y por eso la serie ha terminado tal que así, con un final que nos pilló a todos por sorpresa, pero no por lo que ocurre en el capítulo (que se veía venir), sino porque muchos nos olvidamos de que tanto la primera como la segunda temporada constaban tan sólo de ocho episodios cada una.

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Togetherness, que se emitía la misma noche que Girls, se vendió a partir de la idea de que los cuarentones están igual de perdidos en la vida que los veinteañeros. Sin embargo, los hermanos Duplass no son Lena Dunham, ni para lo bueno ni para lo malo. Ambos son cabecillas del mumblecore, un subgénero del cine independiente americano caracterizado por los diálogos improvisados y naturalistas y en el énfasis de estos por encima del argumento; de ahí que la premisa de la serie sea en apariencia tan sencilla y anodina: matrimonio con hijos de clase media que intenta revivir la llama de su relación se ve obligado a acoger en su casa a la hermana mayor de ella, metida en el dudosamente rentable negocio de los castillos hinchables, y al mejor amigo de él, un actor en paro. Lo dicho, no es gran cosa, pero cuando echa a andar, la serie desprende un discreto encanto que recuerda a las películas de los Duplass (Cyrus, Jeff y los suyos) que reside en el humor liviano, el candor de sus personajes y en sus tribulaciones, expuestas de manera tan sencilla como honesta.

Togetherness

La serie ha quedado como un interesante e inacabado díptico sobre las relaciones: en la primera temporada, los conflictos surgían ante la necesidad de compartir un mismo espacio físico, mientras que la segunda examina las carencias emocionales como consecuencia de la separación producida tras crear o reforzar los lazos afectivos. Lo mejor de Togetherness era ese cuarteto protagonista formado por Mark Duplass, Melanie Lynskey, Steve Zizzis y Amanda Peet, tan bien compenetrado y ajustado a los caprichosos vaivenes emocionales de sus personajes. Me da pena sobre todo el caso de Peet, actriz de gran carisma y solvencia cuya carrera nunca ha terminado de despegar ni en cine ni en televisión, pues ya son cuatro las series canceladas precipitadamente que ha protagonizado y, para más inri, el “final” de su personaje en Togetherness es bastante similar al del que encarnaba en Jack & Jill. Tal vez, ella también se apunte a esa regla de sumarse a series sólo cuando tengan asegurado un cierre digno.

24/4/16

La vida no es tan bella

Poster El hijo de Saul
¿Pueden haber aún nuevas formas de abordar la Segunda Guerra Mundial y el holocausto nazi? El húngaro László Nemes demuestra que sí, que a pesar del gran número de películas que han plasmado uno de los capítulos más oscuros y abominables de la historia del ser humano, aún es posible volver a él sin caer en la reiteración y la monotonía, gracias a su ópera prima, El hijo de Saúl, con la que ha conseguido, no sólo que Hungría gane su primer Oscar a la mejor película de habla no inglesa, sino que experimentemos el horror de un campo de concentración nazi en primerísima persona.

A lo largo de toda la película jamás nos separaremos de Saúl, un prisionero judío húngaro que forma parte del equipo que se encargaba de quemar los cadáveres de sus compañeros gaseados y limpiar las cámaras de gas. El magnífico prólogo ya establece la forma en la que seremos partícipes de esta historia: vamos a oír más de lo que consigamos ver, y nuestra imaginación hará el resto. Tampoco nos enteraremos mucho de lo que está ocurriendo en la pantalla, un efecto probablemente buscado para provocar desconcierto y confusión, pero que conlleva cierto riesgo, pues al no poder encontrar algo a lo que aferrarnos para seguir el hilo de la narración, el desinterés y la desconexión emocional puede hacer acto de presencia. También es verdad que es una película hecha para ser vista en una sala de cine, a oscuras y sin posibilidad alguna de escape o evasión.

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Esa falta de apego afectivo también va ligada con la no menos atrevida premisa argumental: Saúl es un prisionero, muerto en vida, que se obceca con darle una sepultura digna a uno de los niños asesinados en la cámara de gas. El impertérrito Saúl se pasea por todo el campo de concentración, causando estragos allá donde pasa y ganándose el odio tanto de los soldados alemanes como de sus propios compañeros prisioneros. Su misión particular es la excusa perfecta para exponer el infierno que se vivía en aquellos campos desde que los prisioneros entraban hasta que sus cuerpos inertes eran deshechos, pero el impacto producido por la barbarie puede diluirse ante la irritación producida por sus acciones. El hijo de Saúl es muy buena película, con un inicio y un final perfectos, escenas muy potentes y un trasfondo ligeramente esperanzador que se deja entrever en la confianza puesta en unas nuevas generaciones que aprendan de los errores cometidos en el pasado, pero eché en falta un poco de orientación entre tanto caos para darle el medio punto que separa el notable bajo del alto.

7’5/10

21/4/16

Lo digital más vital

Poster El libro de la selva

Dir.: Jon Favreau
Int.: Neel Sethi, Bill Murray, Ben Kingsley, Idris Elba, Lupita Nyong’o, Scarlett Johansson, Giancarlo Esposito, Christopher Walken
¿De qué va?: Mowgli, un niño que ha sido criado por una manada de lobos, se ve obligado a abandonar la selva cuando el tigre Shere Khan promete acabar con él por el odio que siente hacia los humanos. Con la ayuda de la pantera Bagheera, Mowgli emprende un viaje hacia la aldea del hombre en el que se topará con diversos animales, unos amistosos como el oso Baloo y otros que por el contrario no son muy de fiar.

Reseña: Un renovado logo Disney que exhibe el castillo de la Bella Durmiente, combinando tridimensionalidad con trazos pintados a mano, anticipa la filosofía que se ha marcado Jon Favreau y su equipo para dar vida a esta nueva versión del clásico El libro de la selva: aunar lo mejor de lo viejo y de lo nuevo. Y por si no fuera pista suficiente, la narración arranca con la misma portada del libro que se abría en el año 1967 para contar la versión Disney del relato de Rudyard Kipling, con los mismos y reconocibles acordes musicales, pero con un primer capítulo que ya no versa sobre un bebé Mowgli encontrado en una canasta varada por el río, sino sobre uno ya crecidito en pleno entrenamiento por la selva junto a su padrino Bagheera.

El libro de la selva

Se trata de una de las muchas modificaciones que ha experimentado este remake respecto a la cinta original, evitando que se convierta en una traslación perezosa a acción real. Los cambios introducidos apuestan por dotar de un tono más oscuro, adulto y aventurero a la historia de Mowgli, convirtiendo su viaje en el monomito circular del héroe que madura a través de las lecciones que aprende por el camino. No obstante, el sentido del humor no se pierde, y permanecen aquellas canciones pegadizas que nos aprendimos todos aquellos fans de la película de dibujos, así como la personalidad de los diferentes y peculiares animales que se encuentra el niño por la selva, para los que han contado con un casting de actores que le va ni que pintado… ¿O es que puede haber alguien mejor que Bill Murray para darle voz al despreocupado cara dura de Baloo? ¿O alguien con una cuerdas vocales que puedan ser más seductoras que las de Scarlett Johansson como la hipnótica y peligrosa serpiente Kaa?

THE JUNGLE BOOK

No obstante, la voz no es lo único que contribuye a la credibilidad de unos animales que parlotean con el debutante y “riquiño” Neel Sethi, sino un fantástico e impresionante trabajo de animación digital que recrea una selva y una extensa galería de animales cuidada hasta el más mínimo detalle. Los efectos meteorológicos, los movimientos corporales, la luz, el sonido… todo contribuye a la inmersión en una película donde los series digitales resultan más tiernos, entrañables y humanos que nunca en el caso de los buenos, y más imponentes y aterradores en el caso de los malos, todos ampliamente capaces de expresar múltiples matices emocionales. La película también supone todo un golpe sobre la mesa de Favreau, quien ha realizado una película, la más inspirada de su carrera, que, a pesar de haberse rodado íntegramente frente a una pantalla verde, se siente viva y orgánica.

El libro de la selva3

El libro de la selva es, con diferencia, el mejor remake en acción real que ha hecho Disney hasta la fecha. Menos encorsetado que Cenicienta, mejor canalizado que Alicia en el país de las maravillas. Recupera las señas de identidad de su referente, utiliza la tecnología más puntera para recrear el mágico mundo del que parte y se atreve a introducir cambios sustanciales al cuento para resultar imprevisible (dentro de lo que cabe) y aportar nuevas lecturas (la forja de un camino propio, la solidaridad, la astucia como mejor arma…), logrando ese equilibrio imposible entre divertimento para niños y adultos. Debería ser el referente para toda la ristra de películas del mismo corte que llegarán en los próximos años; si nos van a bombardear con clásicos Disney remodelados, al menos que sean igual de dignos, sustanciosos y disfrutables que este.

8/10

19/4/16

O.C: Jesucristo Supestar (1973)

Poster Jesucristo Superstar¿De qué va?: La traición de Judas, la última cena, la crucifixión y todos los acontecimientos que marcaron los últimos siete días de vida de Jesús de Nazaret a ritmo de música rock.

Reputación: Adaptación cinematográfica de la exitosa obra homónima de Broadway con un repertorio de canciones compuesto por Tim Rice y Andrew Lloyd Weber que vendió millones de discos por todo el mundo. La idea de adaptarla a la gran pantalla fue propuesta a su director, Norman Jewison, durante el rodaje de El violinista del tejado (1971), y tras escuchar el álbum no tuvo duda alguna en ponerse manos a la obra. El reparto estaba compuesto principalmente por actores de la representación teatral: Ted Neely y Carl Anderson interpretaban respectivamente a Jesús y Judas, aunque en la versión de Broadway ejercían de actores suplentes (Neely ha encarnado a Jesús sobre las tablas aproximadamente durante 40 años). El rodaje se llevó a cabo principalmente en Israel y otros lugares de Oriente Medio, pero no en en la propia Jerusalén, sino en las ruinas de la antigua ciudad de Advat. Para prevenir la controversia que se podría generar por parte de la audiencia religiosa, el director optó por ambientar la película como una representación teatral llevada a cabo por un grupo de hippies viviendo plenamente el espíritu de la Era de Acuario. Además, algunas letras de canciones fueron cambiadas, tanto para enriquecerlas como para hacerlas más aceptables para el público cristiano. Fue nominada a 6 Globos de Oro y al Oscar a mejor canción, pero la película no obtuvo el mismo éxito que las representaciones teatrales, salvo en Chile, donde se mantuvo en cartelera durante dos años.

Jesucristo Superstar


Comentario: Jesucristo Superstar es la demostración de que una historia requete conocida puede ser contada de manera fresca y diferente, con un enfoque distinto que a su vez no trastoque su esencia más pura. En este caso, el optimismo, la esperanza, el amor y la rebeldía implícita en la historia de Jesucristo se impone al sentimiento religioso, la devoción y el sacrificio que exalta la Iglesia Cristiana de la misma. Vamos, que resulta totalmente coherente que una panda de hippies se haya adueñado de la crucifixión y la muerte del hijo de Dios para montar una ópera rock, con un reparto multiétnico vestido con los primeros trapos que pillaron, tanto túnicas como chalecos setenteros. Además, resulta muy interesante la cancha que se le da Judas y al conflicto moral que sufre por culpa del Mesías, las canciones son tremendamente pegadizas y mola mucho la encarnación festiva y lujuriosa que se hace de Herodes. En definitiva, un musical bíblico que hará las delicias de los infieles… pero tal vez no tanto de los devotos.

Próximo visionado: Nosferatu (1922)

17/4/16

Vino para erradicar el dolor

Poster La invitacion

Dir.: Karyn Kusama
Int.: Logan Marshall-Green, Michiel Huisman, Tammy Blanchard, John Carroll Lynch, Emayatzy Corinealdi, Mike Doyle, Jordi Vilasuso
¿De qué va?: Mientras asiste a una cena con amigos en su antiguo hogar, un hombre sospecha que su ex-mujer y su nuevo novio esconden siniestras intenciones para sus invitados.

Reseña: Una pareja se dirige en coche a una cena en casa de unos amigos cuando de repente atropella accidentalmente a un coyote. El animal gime gravemente malherido, así que el conductor decide rematarlo con una palanca. Es la opción más humanitaria, atajar el sufrimiento, aunque sea de forma violenta, en vez dejarlo agonizante en el arcén durante más tiempo. Esa obsesión por evitar el dolor del ser humano, tanto el físico como el emocional, es el elefante presente en todas las habitaciones de la casa donde se  desarrolla La invitación, ganadora del premio a mejor película del último Festival de Sitges, aunque de terror tenga poco y de ciencia ficción mucho menos… pero tensión y suspense a raudales.

La invitacion

Los que esperen un thriller en la línea de The Purge o la muy disfrutable Tú eres el siguiente se llevarán un chasco tremendo, pues La invitación es ante todo un drama sobre el duelo, la pérdida, el sufrimiento que produce y las formas de combatirlo, representado en las posturas opuestas que han adoptado, por un lado el protagonista, un muy competente Logan Marshall-Green, y por el otro su ex-mujer (Tammy Blanchard), ante la tragedia que acabó con su matrimonio dos años atrás. Conforme los personajes (un tanto arquetípicos) van definiéndose, el malestar y la inquietud se va adueñando de la velada al acrecentarse, sin prisa pero sin pausa, la paranoia del personaje de Marshall-Green, a través de pequeños y sospechosos detalles que podrían tener o no una justificación inocente.

La invitacion2

No hay trampa ni cartón en La invitación. Tampoco giros locos en su clímax final, resuelto con la elegancia y el saber hacer que ha caracterizado hasta entonces al film de Karyn Kusama, aunque ese acto final me sabe a poco. Al contrario de lo que pensará la mayoría, me gusta más la película mientras su protagonista intenta averiguar si la amenaza que percibe es externa o interna, y cuando el muy inquietante John Carroll Lynch acongoja a través de un monólogo mientras la cámara se va acercando lentamente a él. Poco más puedo decir sin desvelar más sobre la trama, pues cuanto menos se sepa de ella de antemano mejor, y sin expectativas de pasar miedo ni de nada. Sólo aceptar la invitación y dejarse llevar por la cena entre amigos más insana del año.

7/10

16/4/16

La política honrada y su séquito

Parks and Recreation
Creador: Greg Daniels, Michael Schur
Int.: Amy Poehler, Nick Offerman, Aubrey Plaza, Chris Pratt, Aziz Ansari, Jim O’Heir, Retta, Rashida Jones, Adam Scott, Rob Lowe
Emisión: 2009 – 2015, NBC
7 temporadas

De un tiempo a esta parte, tenemos la impresión de que ser corrupto es un requisito indispensable para ser político de éxito en España. No obstante, en todas partes se cuecen habas, siendo la televisión el formato perfecto para indagar en las intrigas que rodean a aquellos que abusan del poder para conseguir sus propios fines con el bienestar social como excusa quimérica. Al tiempo que el político corrupto se convirtió en el nuevo anti-héroe favorito de América gracias a House of CardsThe Good Wife ofreció una visión del panorama más realista y la danesa Borgen causó sensación más allá de sus fronteras, Parks and Recreation llegó a su final, una sitcom cuya comedia surge de revertir la situación habitual: una política íntegra trabajando para una ciudad que no la merece.

Parks and Recreation2

En un principio, Parks and Recreation tenía que haber sido un spin-off de The Office, una de las series que mejor han funcionado en la NBC. Sin embargo, sus creadores decidieron finalmente producir una serie independiente, que mantendría el formato de falso documental y a un personaje protagonista ingenuo en un ambiente hostil e incrédulo. Así nació Leslie Knope, la directora del departamento de parques y tiempo libre de la ciudad ficticia de Pawnee, Indiana, enclave orgulloso de la masacre de la población india. La serie arranca cuando Knope es convencida por Ann, una enfermera que con el tiempo se convertirá en su mejor amiga, de convertir un solar abandonado en un parque, encontrándose con mil trabas de la administración municipal y de varios colectivos ciudadanos. Buena parte de su gracia reside en lo catetos y conservadores que resultan los habitantes de Pawnee y el desprecio que suelen expresar hacia Leslie, en contraste al profundo amor que siente ésta por su ciudad y sus ideas innovadoras y progresistas; la polémica de los Reyes Magos y el “No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena”, podría haber salido perfectamente de una de las tramas de la serie.

Gif Leslie Knope

Su primera temporada, de tan sólo 6 episodios, no causó buena impresión, sobre todo debido a las comparaciones odiosas con The Office. Afortunadamente, la cadena decidió darle una segunda oportunidad, renovándola por una nueva temporada completa de 24 episodios con la que los guionistas consiguieron remontar y meterse en el bolsillo tanto a la crítica como al público, que nunca fue mayoritario pero sí lo suficientemente entusiasta y fiel como para que la serie aguantase siete años en antena, pese a haber estado al borde de la cancelación varios años. La clave del éxito residió en dejar aparcada la trama de la construcción del parque para desarrollar a todos los personajes secundarios para que no fuesen meras comparsas de su protagonista, eliminar a unos pocos que no encajaban dentro de la dinámica grupal, añadir dos que sí lo hacían y, en definitiva, convertir Pawnee en un gran ‘happy place’, término del diccionario seriéfilo surgido a raíz de Community con el que se conoce a aquellas series que suponen un lugar donde los telespectadores se encuentran felices, a gusto y entre amigos.

Parks and Recreation3

Y es que resulta difícil no sentirse como en casa con un reparto y unos personajes tan entrañables como los de Parks and Recreation. Igual de complicado resulta no convertirse en fan de Amy Poehler, cuyo título de reina de la comedia ha ganado en buena parte gracias a su encarnación de Leslie Knope, pues consigue lo que parecía imposible, esto es, que un político nos caiga bien, al tiempo que nos transmite su idealismo exacerbado, la pasión por su profesión y por quedarse en vela, ya sea realizando un informe perfectamente detallado o preparando un regalo para sus amigos, sin que nunca nos resulte cansina o insoportable. No hay ningún personaje descolgado en el reparto de la serie, todos están perfectamente definidos (increíble que jamás haya ganado un premio a mejor reparto de comedia) y lo que pueda escribir aquí en unas pocas líneas no les hará justicia alguna. Quienes hayan visto la serie, sabrán que la imperturbabilidad de Ron Swanson (Nick Offerman), el desprecio infinito que siente April Ludgate (Aubrey Plaza) por todo el mundo  o la desfachatez de  Tom Haverford (Aziz Ansari) nos han brindado numerosos momentos hilarantes a lo largo de sus 7 temporadas que da para una sucesión interminable de gloriosos gifs.

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Tampoco hay que olvidar a un Chris Pratt antes de convertirse en el héroe de acción favorito de Hollywood, cuando aún era el gordito gracioso secundario de muchas comedias americanas; su Andy Dwyer pasó de ser el novio jeta a convertirse en el niño grande más entrañable jamás visto en televisión. Y cómo no, a Jerry (Jim O’Heir), pues el mobbing al que es sometido este pobre y siempre bienintencionado hombre se convirtió en el mejor ‘running-joke’ de la serie. Por no hablar de las numerosas apariciones esporádicas de personajes memorables como Jean-Ralphio (Ben Schwartz), Mona-Lisa (Jenny Slate), Bobby Newport (Paul Rudd) o Tammy Two (Megan Mullally), y de cameos como el de la mismísima Michelle Obama.  Parks and Recreation está pidiendo a gritos que la rescate Netflix para ser sometida a un ‘binge-watching’, y así enmendar el error de que no se haya emitido en ningún canal de la televisión española…. porque lo de pedir que la clase política tome apuntes de Leslie Knope sería demasiado utópico.

14/4/16

Espiral del silencio

Poster Julieta
Dir.: Pedro Almodóvar
Int.: Emma Suárez, Adriana Ugarte, Inma Cuesta, Darío Grandinetti, Daniel Grao, Rossy de Palma, Michelle Jenner, Pilar Castro, Susi Sánchez
¿De qué va?: Cuando Julieta está a punto de abandonar Madrid para mudarse a Portugal, un encuentro fortuito en la calle le hará recordar un hecho trágico del pasado que creía haber superado. Aturdida por los emociones que vuelven a ella, Julieta decide cancelar la mudanza y escribir un relato para esclarecer ese pasado largamente enterrado.

Reseña: En el año en el que se celebra el décimo aniversario del estreno de la última incontestable gran película de Pedro Almodóvar, Volver, llega Julieta, su esperado regreso al universo femenino tras el fallido intento de recuperar el espíritu de las comedias disparatadas de sus inicios que supuso Los amantes pasajeros (2013). Sin embargo, el director manchego no se ha limitado a recuperar una de las señas de identidad por las que su cine se ha granjeado seguidores y reconocimiento en todo el mundo, sino que ha optado por seguir por esa vía de experimentación de géneros y estilos ajenos que empezó con La piel que habito (2011) llevándose a su terreno los tres relatos cortos de Alice Munro en los que se basa, pero con una sobriedad y una contención inusitadas en su carrera.

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Silencio es el título del tercero de los relatos de Munro, y fue también el de la película hasta que se anunció que Martin Scorsese estrenaría este mismo año un film titulado igual, Silence; no en vano, es la palabra clave en la triste historia de la vida de Julieta. Tanto ella como las personas que la rodean sufren a costa de la incomunicación, de los secretos, de la ausencia de conversaciones dolorosas pero importantes, y por eso, cuando después de tanto tiempo la verdad sale a la luz el impacto que produce es mil veces mayor. Todos los conflictos y las relaciones que se establecen en el film están de alguna manera u otra conectadas por un mutismo que también marcará la odisea particular de la protagonista, que al igual que aquella de Homero que enseña a sus alumnos, estará marcada por el mar y por la partida y ausencia de una persona cercana que, según descubrirá mucho más tarde, no conocía en absoluto.

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Almodóvar toma la arriesgada decisión de dividir a su Julieta en un díptico entre dos actrices cuyo físico no resulta especialmente similar. No obstante, tanto Emma Suárez como Adriana Ugarte realizan una labor impecable transmitiendo la pesadumbre y el conflicto interior del personaje que interpreta cada una en sendas etapas muy diferentes de su vida, conectadas a través de una escena en la que el director justifica plenamente la fragmentación de la protagonista. A su alrededor se mueven una serie de personajes supeditados a ella, de apariciones breves pero agradecidas, aunque en el caso de Inma Cuesta se echa en falta indagar un poco más en su personaje. Lo curioso del asunto es que el gran antagonista de la historia es un personaje que brilla por su ausencia, alguien al que sólo vemos a través de los ojos de Julieta, pero cuya presencia se respira como la de la Rebecca de Hitchcock; no por casualidad, el personaje al que da vida Rossy de Palma guarda cierto parecido con la mítica ama de llaves de aquella película.

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Julieta es, a mi jucio, la película más consistente de Pedro Almodóvar de la última década. Aun siendo su obra más austera, sin rastro de su reconocible sentido del humor y del esperpento, contiene algunos detalles artificiales que desconciertan de vez en cuando: ausencia de acentos regionales, efectos digitales deficientes o alguna que otra línea de diálogo impostada. Sin embargo, su mayor hándicap se encuentra en esa frialdad, aparentemente buscada, que dificulta la conexión emocional con el drama al que estamos asistiendo, algo que se evidencia en un final que sería el colmo del anticlímax si no fuera por el tema de Chavela Vargas que acompaña los créditos. Se ve con sumo interés y admiración ante la incontestable habilidad de su director de concebir poderosas imágenes cinematográficas, pero no remueve las entrañas, por lo que es difícil que pueda provocar entusiasmo más allá de su incondicional club de admiradores.

7/10